Hay momentos extraordinarios, que les suceden a personas extraordinarias. Cambian el ritmo y el orden cotidiano de las cosas y dan un giro de 180 grados al suceder común y feliz de su historia.
Nada es lo que era, a partir de ahora. Lo corriente y habitual deja de serlo y las cosas que todo el mundo hace, pasan a ser de otros. Los planes ya no existen, al menos no como tales, y los sueños se duplican y se acumulan. Lo que tendría que ser ya no importa y lo mucho que vale algo, no se puede pesar.
La vida ha elegido por ellos sin preguntarles y los abandona a su suerte y a su destino.
Batiburrillos de preguntas sin respuesta de «por qué a mí» y sinfín de pensamientos recurrentes de «cómo salir de ésta»
Surgen, cómo no, todos los interrogantes parecidos a «qué hubiera pasado si no…».
Distintas reacciones absurdas, consecuencias de lo inevitable: Tu vida, de pronto y sin avisar, se ha puesto patas arriba y aprender los mecanismos para devolverle su sitio, se convierte en un objetivo a conseguir, a veces, prioridad ad eternum
Por suerte para la humanidad, los protagonistas de estas batallas singulares se transforman, casi siempre, en seres excepcionales, casi héroes y heroínas, que adquieren una fuerza sobrehumana y una admirable capacidad para levantarse cada día como si fuera el último.
Están, más que son, aprenden a hacer las cosas diferentes, improvisan, aman hasta el infinito, organizan menos y disfrutan más, hacen huecos, llenan vacíos, no huyen del sitio donde deben quedarse, hablan con el corazón, gritan lo que piensan, valoran cada minuto.
Toman las riendas, aman la debilidad y la convierten en fortaleza, hacen lo que tienen que hacer sin miedo, apuestan por quien y lo que quieren, no desean lo que no son. No necesitan reconocimiento y la palabra NO es desterrada del diccionario.
Y como no hay más remedio, sienten, comparten, integran, aceptan y cambian.
Todo, desde el anonimato que supone cargar con un peso que no han elegido y que, a veces, muchas veces, se hace incomprensible, estrambótico y muy lejano al resto de los mortales de vidas perfectas o imperfectas que les rodean. Y a veces, muchas veces, se sienten completamente extraños en un mundo al que parecen no haber pertenecido porque ese mundo, que es el nuestro, poco espacio deja a la imperfección de una vida no deseada ni planeada.
Creedme si os digo que tengo la suerte de tener a mi lado a muchos seres de vidas patas arriba. De ellos he aprendido que cualquier lugar puede ser correcto, cualquier momento puede ser único y cualquier circunstancia puede ser perfecta.