Me desconciertan, me vuelven loco, me cuesta adaptarme, me parecen una oportunidad, no me gustan, hubo un antes y un después en mi vida….
Estas son algunas de las respuestas que escuchamos cuando propusimos definir esta palabra. Es uno de los ejercicios de nuestro taller Escribir desde el vacío. Una propuesta valiente, simple, pero comprometida.
Habían organizado su viaje tres meses antes. Estaba todo contratado, porque una experiencia así no se puede improvisar. Vacunas, maleta mochilera, ropa deportiva básica, billetes impresos. El mismo animaba a las restantes personas del grupo. Era una aventura complicada, en un país extranjero, no europeo, muy diferente a España. Papeleos múltiples, idas y venidas de la gente, dudas, nervios. Un buen organizador sabe que todo el peso recae sobre él. Y así lo vivió previo a la salida. Acostumbrado, como otras veces.
Viaje a Indonesia, así se llamaba el grupo de whassap, explotó la noche antes. Infinitos mensajes de preparativos de última hora, ilusionantes emoticonos de llegó el día, quien llegue tarde se queda en tierra, bromas varias. Todo preparado.
Pensando que era la alarma que ya sonaba para levantarse, Antonio escuchó su timbre de teléfono anunciando una llamada. Su padre se encontraba regular, no era nada malo, pero le costaba respirar. Cuando terminaron de hacerle todas las pruebas en el hospital, su vuelo había salido, hacía ya una hora, rumbo a una aventura que, quizá, ya nunca podría vivir, o sí, no sabe.
Este cambio repentino en la vida de Antonio (nos ha dado permiso para compartirlo) marcó un antes y un después en su vida. Dejó de hacer planes tan grandes, se convirtió en cuidador de su padre y de su madre. Se salió del grupo de viajes y se metió en uno de senderismo. Asumió que la vida es cambio o como dijo el maestro Heráclito de Efeso la única constante en la vida es el cambio.
Si quieres, y lo necesitas, puedes compartir tus experiencias desde el taller Escribir desde el vacío.